Nutshell, Ian McEwan

I’ve heard it argued that long ago pain begat consciousness.  To avoid serious damage a simple creature needs to evolve the whips and goads of a subjective loop, of a felt experience.  Not just a red warning light in the head – who’s there to see it? – but a sting, an ache, a throb that hurts.  Adversity forced awareness on us, and it Works, it bites us when we go too near the fire, when we love too hard.  Those felt sensations are the beginning of the invention of the self.  And if that Works, why not feeling disgust for shit, fearing the Cliff edge and strangers, remembering insults and favours, liking sex and food? God said, Let there be pain.  And there was poetry.  Eventually.

First time reading Ian McEwan.  Man, what a prose.  The writing so perfectly formed, beautiful and clever.  Think I’m falling in love.

nutshell

 

El hechizo de la Gioconda

Acabo de terminar.  El corazón acelerado y los ojos llenos de lágrimas.  Lágrimas de asombro y de alegría de quien acaba de leer una obra que encanta.  Qué prosa mágica nos regala Gioconda Belli con Sofía de los presagios! Sorprendente, sensual y fascinante es lo que podría decir de esta novela que me capturó y me hizo acostarme tarde por varias noches! Un viaje mágico y místico por la Nicaragua que no conozco, de la mano de este personaje femenino, Sofía, cuyo poder y lujuria por la vida me hechizó.  La búsqueda incesante de un lugar al cual pertenecer, una identidad, un país.  Sofía representa esa capacidad que tenemos las mujeres de no doblegarse hacia los infortunios de la vida y a buscar siempre esa ruta que le explique los por qués y que la lleve a encontrar esa paz tan anhelada por ella.  Esa paz de espíritu que muchos deciden abandonar por el sendero de la vida tortuosa.

Gioconda Belli es reconocida como una de las voces más poderosas y una de las grandes narradoras de nuestro tiempo. Cómo capturar a los lectores desde el inicio:

Es de noche y el mundo está quieto.  Hay que entrar de puntillas al Diriá, pueblo de brujos, pueblo que crece sobre el cerro que en lo alto se quiebra y baja hacia la inmensa laguna de Apoyo.  Las luces están apagadas.  El pueblo duerme apoyado en el reflejo del agua.

O cuando la Sofía, con la testarudez que la caracteriza, intenta hechizar a una de sus “víctimas”:

Están mojadas las piernas de Sofía sólo de imaginar todo esto a espaldas de Fernando que sigue andando, conduciendo el caballo de las bridas.  Ya se ve la silueta de la casa cuando ella decide que quiere incitarlo, prepararlo como un acólito para la celebración del santo sacramento y le dice:  – Sabes qué Fernando? Te voy a prestar un libro que siempre recuerdo cuando me traés a la hacienda…

Le prestará el libro, él comerá la manzana y ella podrá actuar sus fantasías.  – No sé leer, doña Sofía – contesta Fernando.

Se baja rabiosa.  Le da rabia René que tiene un mandador que ni siquiera sabe leer.  Le ordena a Petrona que le prepare el agua tibia del baño y se baña como desaforada, intentando hacer ella de hombre consigo misma, pero el placer no vien, se lo lleva la cólera.

Conversando con su amiga Gertrudis, ella describe la capital que Sofía no conoce:

Managua es una ciudad sin padres, dice Gertrudis, un engendro de los cataclismos, una ciudad que se repite en ciudades pequeñas y desoladas a lo largo y ancho de las rutas de buses, es una ciudad donde falta luz y la laguna que da agua no entiende que no debe secarse, es una ciudad con cuevas de Ali Baba, barrios donde habitan los cuarenta ladrones, una ciudad que podría haber sido linda, lindísima, como una postal de esas que venden en los países donde hemos ido, con un lago que se ve a lo lejos y volcanes, pero la ciudad les da la espalda, no les ve a ellos, ni a las lagunas que tiene en el medio de su corazón donde desaguan causes de lodo, es una ciudad con carreteras que parecen anchas pero que no lo son porque los hoyos en el pavimento obligan a los conductores a viajar en estrechos precipicios de asfalto, es una ciudad de locura…

Sofía, contando sus sueños:

Lo malo es que son como los sueños, le dice, uno los ve claros en la mente, pero luego no existen las palabras ni siquiera para contárselos uno misma.  Cómo hablar, por ejemplo de un tiempo espeso como melcocha de dulce que uno estira de un lado al otro o lo anda detrás como perro?  Cómo hablar de casas con el techo en el piso, ventanas en el colchón de la cama, lavamanos-almohadas, mesas que se doblan como sábanas…si te lo digo y no te estoy diciendo nada porque además nada es como te lo dije, a lo mejor apenas se parece…pero yo sé que son recuerdos, que estoy recuperando los ojos de la infancia.

 

Cómo será oir la voz de un muerto que uno ha querido?

 

Tenía una amiga muy querida que le repetía incesantemente que su problema era esa reticencia a soltar las amarras y navegar en los océanos amplios de las pasiones incontroladas que daban a la vida el matiz de aventura del cual él parecía evadirse una y otra vez.

Nunca se terminan los descubrimientos literarios.  Gioconda Belli.  Nicaragua.  América Central.  Un poco de mí misma en esta historia.

Ahora voy por El país de las mujeres.

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